Fortaleza testigo de la paz en el año 1474 entre las huestes de los Ponce de León y la Casa de Guzmán, en su enfrentamiento ante el ascenso al trono de Isabel I de Castilla «La Católica». Un singular castillo a orillas del río Guadaira a su paso por la localidad sevillana de Alcalá de Guadaíra. Muros y terrenos que el Rey Alfonso X «El Sabio» obsequió a Rodrigo Álvarez
Situado en el escarpe de los Alcores, declarado Monumento Nacional a fecha del 3 de junio de 1931, este castillo considerado cortijo fortificado, ha sido objeto de remodelación a lo largo de los siglos. Una primera etapa enmarcada en el siglo XIII, la segunda en el XV, una tercera del siglo XVII, la última durante los siglos XIX y XX y como acceso a la propiedad un patio delimitado en valla al estilo cortijo andaluz.

Un antiguo camino que comunicaba antaño Alcalá de Guadaíra con la campiña del río Guadaira y la Sierra del Morón. Ante fértiles tierras sevillanas, se alza sutilmente en la llanura sevillana sobre el horizonte, en línea con el Castillo de Alcalá de Guadaíra.
A finales del período Andalusí (siglos XII – XIII), Marchenilla es una de las alquerías del paraje «La Llanura» – conocido también como al-Sahl – en la zona Este de Sevilla. Posterior a la conquista castellana, entre agosto de 1247 y el 23 de noviembre de 1248 por una buena parte de las tropas cristianas de Fernando III de Castilla, la fortaleza fue donada en beneficio de don Rodrigo Álvarez por el Rey Alfonso «El Sabio». A este cambio cultural, sucedido a lo largo del siglo XIII hasta bien entrado el siglo XV, se aprecia a simple vista características intrínsecas de las construcciones defensivas musulmanas y cristianas: una torre del homenaje de forma rectangular con matacán, cristiano; dos torreones almenados y garitón centrado de forma cilíndrica y medio círculo respectivamente, de origen almohade, todo ello presentado en una muralla también almenada. Así mismo, en su interior, dispone su trazo en algunas de las estancias bóvedas de crucería. Es el primer asentamiento, perteneciente al siglo XIII, atribuido a las incursiones de los Benimerines – sultanato surgido tras la caída del Imperio almohade entre 1244 y 1465 -, procedentes de la Serranía de Ronda a través del «camino del Morón» a su paso por la Sierra del Morón.
La torre del homenaje, de 27 metros de altura, es configurado por dos plantas y una azotea, cuya primera planta está dotada por una bóveda vaída; este torreón, enmarcado en los restos del Calachibencarro, primer mojón jurisdiccional en privilegio del monarca Alfonso X «El Sabio» cuyo objetivo era delimitar el término de Carmona. Fortaleza cuya traza es de tipo gótico, a lo largo de la historia, fue propiedad del Duque de Medina Sidonia. Con el paso del tiempo, cambió su carácter defensivo por el de residencia nobiliaria. Con la llegada linaje de los Velasco, allá a mediados del siglo XV, de la que existe el escudo de Armas en uno de los torreones, también añadió a la fortaleza los matacanes volados con arcos trilobulados de éstilo gótico tardío en los torreones que delimitan sus vértices.

Ya en la baja Edad Media, en el año 1639, el castillo de Marchenilla pasa a formar parte de la propiedad de Mosén Arnaldo – también conocido como Mosen Arnao Solier «El Lemosin«, caballero francés y Señor de Villalpando, de procedencia de Soria, del linaje Solier -, quien instauró el Señorío de Gandul y Marchenilla; este apoyó a Enrique II de Trastámara junto a Bertrand du Guesclin en la Guerra Civil acaecida contra el monarca castellano Pedro I «El Cruel».
La iglesia que dota al conjunto monumental de un retiro espiritual, data de finales del siglo XVII y principios del XVIII según inscripciones historiográficas. En advocación a San Isidro «Labrador», su interior se vislumbra un altar presidido por una exquisita pintura de Nuestra Señora Santa María de Guadalupe – Hispaniarum Regina -, siendo su escultura imaginera a la que hace referencia a la advocación Mariana con fecha del siglo XII.

Vuesas mercedes, hágase la paz