I Centenario del descubrimiento de Tutankamón – ¡Cosas Maravillosas!

Fue el 26 de noviembre de 1922, cuando Howard Carter y su mecenas Lord Carnarvon, descubrieron la cámara funeraria de Tutankamón después de aquel día 4 de noviembre en el que se desenterró el primer peldaño que conduciría al mayor tesoro del antiguo Egipto

Tutankamón, ​​ llamado en vida Tutanjatón, ​ fue un faraón del Antiguo Egipto, último monarca de su familia real en el final de la dinastía XVIII que gobernó entre 1334 y 1325 a. C. —según la cronología convencional del Imperio Nuevo de la Historia de Egipto. De no ser por el impresionante descubrimiento de su tumba, a Tutankamón no se le conocería como el niño Rey. Es uno de los faraones más conocidos, pero la realidad es que el reinado de Tutankamón fue corto y difícil. Entronizado con apenas nueve años, el clero de Amón quiso convertirlo en el símbolo de la restauración de los antiguos dioses después del monoteísmo del “hereje” Akenatón.

Cuando ascendió al trono a la edad de nueve años, el país seguía sumido en el caos que desató la decisión tomada por su difunto padre, Akenatón, de sustituir la religión politeísta  de Egipto por una monoteísta. Según se cuenta, un consejero real, de nombre Ay, manejó al joven rey Tutankamón con el objetivo de revertir la política de Akenatón y de volver a instaurar los queridos dioses antiguos y sus templos.

A día de hoy, diversidad de teorías y la propia ciencia, la muerte de Tutankamón supone un auténtico misterio para los investigadores y arqueólogos, ¿Víctima de la malaria? ¿una gangrena provocada por la rotura de una pierna? Un gran hallazgo repleto de tesoros pero con una gran incógnita; su muerte. Eso sí, el histórico examen de la momia de Tutankamón alojada dentro del tercer y último ataúd del sarcófago funerario, se llevó a cabo en el transcurso de siete días entre octubre y noviembre de 1925. Un excelente y minucioso trabajo, dirigido por los anatomistas Douglas Derry y Saleh Hamdi Bey con ayuda de Howard Carter, reveló las ocultas maravillas de la artesanía del antiguo Egipto. La momia de Tutankamón estaba cubierta, sobre todo la parte del cuello y el pecho, de amuletos y joyas protectoras, en muchos casos con piezas en forma de ave, escarabajo e incluso serpiente. Los embalsamadores escondieron más de 140 objetos preciosos entre las 17 capas de finas vendas de lino con las que envolvieron los restos de Tutankamón. Todos esos amuletos tenían el objetivo de proteger al rey en su vida después de la muerte.

A fecha del 26 de noviembre de 1922, el arqueólogo británico Howard Carter junto al mecenas inglés, Lord Carnarvon, desenterraron la tumba de Tutankamón en el Valle de los Reyes, con una sencilla frase que definía «¡Cosas maravillosas!» como un «extraño y maravilloso revoltijo de objetos extraordinarios y hermosos».

El mayor de los tesoros encontrados en la cámara funeraria, es sin duda, el más emblemático, la máscara mortuoria del rey, de más de seis kilos de oro. Howard Carter estuvo una década estudiando y catalogando los 5398 objetos procedentes de la tumba de Tutankamón; manto de piel de leopardo, cuatro tableros de juego, seis carros, 30 jarras de vino y 46 arcos. Varas, modelos, Ushebtis, remos rituales, recipientes de comida, útiles de hierro en miniatura, vendas, cestas, telas, materias primas, instrumentos musicales, insignias reales, vasijas, material de escritura, maquetas de barcos, cajas y armarios, camas, carros, ropa, sandalias, herramientas, muebles, cosméticos, joyas y amuletos, figuras y emblemas, armas reales, capillas funerarias, ataúdes… Un sarcófago. Un auténtico espectáculo de patrimonio antiguo desenterrado en el Valle de los Reyes, Luxor.

Tutankamón nació durante el reinado del faraón Ajnatón, una época en la que el culto tradicional a un panteón de dioses fue sustituido por la adoración exclusiva de una deidad solar. Cuando Tutankamón subió al trono, recuperó los numerosos dioses de Egipto. A su muerte, sus imágenes lo acompañaron a su tumba. Se creía que todos disfrutarían junto con el faraón de una vida apacible en el más allá.

Más de 5.000 objetos desde herramientas agrícolas en miniatura hasta suntuosas capillas del tamaño de una habitación, abarrotaban la tumba, de 110 metros cuadrados y cuatro salas. Junto a su momia, se hallaron artículos que llevaban inscritos el nombre de Tutankamón o incluía su efigie. El equipo de Howard Carter documentó la posición exacta y los detalles de cada objeto en la cámara funeraria, desde los fragmentos más pequeños hasta los objetos amontonados sin orden por los antiguos sacerdotes que trataron de organizar la tumba, ante dos saqueos documentados.

A día de hoy, los arqueólogos siguen investigando cada pieza revelando al mundo a través de la ciencia, el esplendor de la cultura del antiguo Egipto.